4/7/11

¿Puede ocurrir que mermeladas, mayonesas, productos enlatados, vinos o artículos de belleza fabricados a pocos kilómetros cuesten más aquí que en Estados Unidos, Chile o Uruguay? La respuesta es s

Según un relevamiento realizado por iProfesional.com entre un amplio abanico de productos -que incluye golosinas, alimentos de primera necesidad, snacks, condimentos, vinos, artículos de belleza y hasta comida para mascotas-, al llenar un changuito, los argentinos tienen que pagar -en dólares- hasta casi un 50% más que un cliente de un supermercado del exterior por productos que se elaboraron y fraccionaron a pocos kilómetros de su hogar o centro de compras.

Entre los artículos que registran mayores diferencias se encuentran los vinos. Así, por un Achaval Malbec "made in Mendoza", un cliente que vive en Buenos Aires, cuando llegue a la línea de cajas, deberá abonar el equivalente a 27 dólares.

http://comex.iprofesional.com/adjuntos/jpg/2011/07/345017.jpgComo contrapartida, un neoyorkino que salga de compras por la isla de Manhattan y quiera darse un "gustito" y probar la misma etiqueta, pagará casi 9 dólares menos (diferencia del 46 por ciento). ¿Por el mismo vino? Exacto, por un producto idéntico. ¿Casi un 50% de diferencia? Sí, el consumidor argentino deberá desembolsar mucho más dinero de su bolsillo, a pesar de que el lugar donde fue elaborado (Mendoza) esté a unos 980 kilómetros de distancia de Buenos Aires y Nueva York se encuentre ubicado a más de 8.500 kilómetros y, encima, este producto deba tributar un arancel extra para ingresar a los Estados Unidos.

En síntesis: a pesar de que cada botella es castigada con más impuestos y tiene que realizar un viaje casi 9 veces más largo, el consumidor neoyorkino se verá recompensado con un precio definitivamente más bajo.

Los casos son múltiples, y no hace falta viajar trasladarse hasta el norte para encontrar diferencias contundentes, tal como se puede observar en el siguiente cuadro:Si se toman las líneas de mermeladas de bajas calorías de La Campagnola, un frasco sabor durazno elaborado en la Argentina se puede conseguir en las góndolas uruguayas a u$s2,10, mientras que el de frambuesa cuesta unos centavos más (u$s2,90).

¿Qué sucede con estos dos mismos productos en un súper argentino? Cuestan u$s2,65 y u$s3,53, respectivamente. Es decir que en el mercado doméstico están entre 21 y 26% más caros, pese a que un servicio logístico de carga hacia Montevideo -en caso de que el mismo esté tercerizado- cotiza a unos 1.500 dólares.

Pero estos casos para el asombro no se registran solamente en alimentos y bebidas: dentro del rubro artículos de belleza, en Chile es posible conseguir un Shampoo Johnson´s Baby de 400 cm3 -elaborado en la Argentina- a un precio 8% más bajo que el mismo que se encuentra en un súper porteño, pese a que, como mínimo, el servicio de transporte hacia la capital del país trasandino cuesta unos u$s2.000.

"Esta es una tendencia que se está consolidando. La mayoría de las empresas exportadoras con las que trabajo, diría el 95% del total, actualmente están vendiendo afuera del país a un valor más bajo que en el propio mercado interno", confirmó a iProfesional.com Fernando Ramos, coordinador del Grupo Argentino de Alimentos Naturales, que funciona bajo el paraguas de la Fundación Standard Bank.

Un mismo producto, diferentes precios, múltiples causas
A la hora de buscar las razones por las cuales un producto fabricado en el país cuesta más caro puertas adentro que en el exterior, los expertos señalan que se trata de un fenómeno de múltiples aristas pero de sencilla explicación: esto es una consecuencia directa de la mayor presión inflacionaria local, que por ahora es convalidada en el mercado interno, donde hay baja competencia importada. Sin embargo, esta suba de precios no puede trasladarse a los mercados externos, como Nueva York o Santiago de Chile, donde los consumidores no están dispuestos a pagar más por paritarias o alzas de tarifas que ocurren a miles de kilómetros de sus hogares.

En definitiva, lo que las empresas argentinas no están pudiendo hacer es exportar su inflación en dólares récord y que los "platos rotos" lo terminen pagando sus clientes foráneos.

Al respecto, el economista y empresario Guillermo Banfi -propietario de la bodega Sur de Los Andes-, explicó que "dos años atrás, los precios de los productos nacionales eran, en promedio, 15% más económicos en dólares en la Argentina. Hoy la ecuación se revirtió y están, al menos, un 10% más caros", al tiempo que recalcó que "la diferencia puede ser aún mayor" si se comparan artículos de alta gama.

En el caso particular del sector alimentos y bebidas, uno de los rubros que más tracciona a la industria nacional y a las exportaciones de productos elaborados, las últimas paritarias cerraron con un incremento del 32,5%.

Esto llevó a que hoy el costo laboral en dólares que deben enfrentar las empresas del sector esté un 30% por encima de 1998, cuando todavía estaba en pleno auge el modelo del 1 a 1. Es decir que mantener ese puesto de trabajo a esa empresa le resulta más caro hoy que en la convertibilidad. Y, en el actual contexto de tipo de cambio cuasi quieto, esta suba no se vio "licuada" y se trasladó a las góndolas.

¿Cómo repercute esto? Gonzalo Bernat, economista jefe de Finsoport, sostuvo que esto lleva a que "las empresas trasladen la suba de costos al precio de venta en el mercado interno, donde los consumidores, por los ajustes salariales, están convalidando tales incrementos. En cambio, estas mismas compañías no pueden hacer lo mismo en sus mercados externos. Así es como aparecen constantemente casos de firmas que se enfrentan al dilema de resignar rentabilidad o dejar de exportar".

Ramos confirmó esta tendencia: "En la Argentina suben los precios de venta pero el público aún responde positivamente. En cambio afuera uno está de algún modo obligado a mantenerlos. Esto es lo que explica por qué en el exterior hay productos nacionales que ya están más baratos en dólares que acá".

El empresario agregó que "a un importador americano pasarle aumentos del 15% en dólares es una locura. Aunque le hables de paritarias, de costo de la mano de obra, de tarifas, no lo va a entender y, aunque lo haga, no va a pagar de más. Entonces, o te vas de ese mercado o, de alguna manera, mantenés los precios subsidiándolos con el margen que todavía te da la plaza local o, en última instancia, poniendo de tu propio bolsillo".

La razón por la cual acá se puede remarcar, y afuera no, está en que los países a los que exportan las empresas nacionales son más abiertos a nivel comercial que la propia Argentina.

Al respecto, Bernat explicó que "aquí hay grandes compañías que tienen capacidad de fijar precios en el mercado interno bastante más altos que los que podrían imponer en otros países, donde la competencia global es más dura. Por ejemplo, Chile tiene aranceles bajos y acuerdos de libre comercio con decenas de naciones. Ahí es posible encontrar una mayor oferta de productos de todos los orígenes y esto implica que el artículo argentino debe adaptarse para no quedar afuera".

Para Banfi, este escenario ya se está cobrando "víctimas". Al respecto, destacó que "una bodega de las más grandes del país no tuvo más remedio que subir sus precios y de 1 millón de cajas que pudo colocar en el exterior en 2009, pasó a 700.000 al año siguiente. Es decir que, por un retoque en los valores, perdió de vender 300.000".

Al respecto, Ramos lamentó que la exportación hoy no sea la "panacea" que fue en el pasado: "Desde que salimos de la convertibilidad hasta el 2006, afuera ganabas tres veces más que vendiendo adentro. Eso ya se acabó".

Como contrapartida, en la Argentina no existe la variedad de productos importados que sí se encuentran en las góndolas de afuera. Esto obedece a la política de "tolerancia cero" a los productos del exterior, que fuera lanzada por el Gobierno para "compensar" a los productores locales, dado que no les puede ofrecer, por el momento, un dólar más caro. Y el rubro alimentos es uno de los beneficiados por estas políticas proteccionistas de la Secretaría de Comercio Interior.

Para los expertos, esto se traduce inevitablemente en mayores precios para el consumidor local.

"Lo que siempre terminan generando las restricciones es que haya menos variedad de productos y precios más altos", se lamentó Diego Pérez Santisteban, presidente de la Cámara de Importadores.

En la misma línea, el director de una comercializadora de productos gourmet, que exporta e importa fideos, aceite de oliva, chocolates y enlatados, aseguró a iProfesional.com que "el alimento importado históricamente sirvió para ponerle un techo al nacional. Pero como hoy lo de afuera escasea, no hay techo, así de simple. Si suben los costos, entonces se incrementa el precio".

El empresario, que pidió estricto off the record, también culpó a la política de los supermercados: "En la Argentina los fabricantes deben firmar acuerdos comerciales con estas cadenas que incluyen hasta un fee de permanencia, es decir que el fabricante termina pagando para poder vender. Acá las condiciones para entrar y venderle a los súper son duras. En cambio, en la región, estas prácticas son menos usuales y esto repercute en el precio de venta".

En este contexto, desde Finsoport alertaron que, en la medida en que se profundice esta tendencia de disociación entre precios locales y domésticos por mayor suba de costos, "se irá poniendo en riesgo la presencia de algunas ramas industriales en los mercados externos".

Desde el IERAL aseguran que este esquema no se podrá mantener de manera indefinida: "Muchas fábricas, comercios y firmas de servicios hoy sostienen sus márgenes en base a un volumen creciente de ventas. El riesgo mayor que enfrentan es el de un parate súbito en el nivel de actividad, que dejaría al desnudo niveles no tan favorables de rentabilidad".