Parecen gallos comunes, pero cuando comienzan a cantar la gente se da cuenta de que tienen algo especial. En lugar del "co-co-ro-có" normal, producen un sonido muy similar a la risa humana, lo que les valió el título de "gallos risueños". Entrenados y criados para lograr estos sonidos particulares, los gallos risueños son objeto de orgullo para sus dueños, que les dan el mejor alimento, y los miman con grandes jaulas adornadas. Esta raza se originó en Sulawesi, donde se conocía como "ayam raja" porque solamente los reyes Burgis podían criarlos
Hoy día, la crianza de estos gallos se le permite a cualquiera, y aunque son muy valiosos también son extremadamente sensibles. Hay que alimentarlos apropiadamente y sus grandes jaulas se tienen que limpiar dos veces por día ya que estos animales se enferman fácilmente.
Pero el mantenimiento se compensa fácilmente con las ganancias de la venta de los gallos, o por ganar concursos en los cuales se premia al gallo que larga la mejor carcajada. Un ejemplar de tres meses se vende entre 36 y 59 dólares. Pero los que dan más ganancias son los adultos, cuyo precio oscila entre los 350 y los 590 dólares.
Los gallos risueños más talentosos compiten en torneos regionales, donde sus carcajadas son analizadas y puntuadas por un grupo de jueces. Los gallos ganadores se pueden vender en decenas de miles de dólares.
