A pesar de su fama de lentos, los caracoles pueden viajar a una velocidad relativa de un metro por hora. Así lo calculó un equipo de investigadores británicos que adosó luces LED de colores a cientos de estos animales y rastreó sus movimientos durante un período de 24 horas.
Los científicos observaron que los gastrópodos fueron capaces de explorar un jardín de tamaño promedio en el Reino Unido en una sola noche. Pero la velocidad de los caracoles no es una buena noticia: los investigadores creen que los veloces caracoles están esparciendo un
parásito mortal para los perros.
En los últimos años, los húmedos veranos británicos han sido criaderos propicios para los caracoles. De acuerdo con la Sociedad Real de Horticultura, la población de estos animales aumentó en un 50% en el último año. Y además de ser una peste para los jardineros, también pueden propagar un parásito llamado Angiostrongylus vasorum.
Estos gusanos nematodos suponen una amenaza especialmente peligrosa para los perros, que pueden infectarse al comer accidentalmente babosas o caracoles. Una campaña financiada por la rama veterinaria de la compañía Bayer comisionó a científicos de la Universidad de Exeter en Inglaterra para que midieran la escala de la amenaza que suponen estos parásitos.
Los investigadores intentaron seguir los movimientos de los caracoles dentro de un jardín. Para ello colocaron pequeñas luces LED de colores a unos 450 caracoles y utilizaron pintura ultravioleta para rastrear sus movimientos.
Así observaron que estos animales fueron capaces de recorrer distancias de hasta 25 metros en 24 horas. "Son tan lentos que la gente ni siquiera piensa que se están moviendo, pero resulta que sí lo hacen, y pueden recorrer un largo camino en una noche", explica Dave Hodgson, quien dirigió el estudio.
Según el experto, su trabajo indica que los caracoles suponen una creciente amenaza para las mascotas. "No son sólo masticadores de lechuga, transportan parásitos que pueden matar perros", advierte Hodgson, ya que los Angiostrongylus vasorum son un mal endémico en Reino Unido.
En este estudio, los científicos se sorprendieron al ver que muchos caracoles seguían el rastro baboso de otros. Según Hodgson, esto está relacionado con la conservación de energía. "Sabemos que los caracoles usan el 40% de su energía produciendo baba."
"Y si tiene la oportunidad, un caracol preferirá seguir un rastro que otro dejó; es una forma de hacer trampa similar al túnel de succión aerodinámico", explica el científico. Sin embargo, Hodgson aclara que su estudio no está sugiriendo que haya que exterminar a los gastrópodos en una especie de "apocalipsis de caracoles". "Yo creo que la gente debe comprender la vida silvestre que habita en sus jardines y tener en cuenta que ningún organismo es totalmente inofensivo", concluye.