¡Adiós Davicho!
Quisiera rendir un homenaje, por este medio, a una persona que dejó huellas en mi vida y en muchos de los que lo conocimos. El día de hoy, para mí, fue un volver sobre mi camino recorrido y mirar cuántas enseñanzas de vida que he tenido, que me hace ser la persona que soy, con mis defectos y virtudes, con mis ignorancias y saberes, con mis desidias y compromisos. Y el Davicho Censi ha dejado muchas huellas, que me mostraron a una persona que pasó por la vida haciendo el bien, o cuando menos intentándolo. El “Viejo”, como le decíamos algunos de sus chicos de Scouts, nos mostró virtudes como la humildad, la austeridad, el compromiso con el otro, la
vocación de servicio y la dignidad del trabajo, el amor por la naturaleza y la obra del hombre, y porque no la psicología (Rebenque colgado en pared, -familiares y amigos saben de qué hablo-). Los mates compartidos, los fogones, y algo que nunca conté, es que en los campamentos me iba a trabajar a la cocina, donde él estaba generalmente, para colaborar y aprender. Pero lo más importante es cómo se trasciende en la vida. Mi formación hace que vea a la vida como un ciclo, pero los valores que uno trasmite se hacen eco de generación en generación, no mueren con la persona física. Y es acá donde noto la importancia de vivir, y es tratar de transcender lo material, para transformarse en acciones, recuerdos, compromisos implícitos con la enseñanza de aquellos que nos marcaron. Sé que el sayo me queda grande, pero hay algo del “Viejo” que sigue vivo en mí, y que intentaré transmitir a mis hijos, a mis alumnos, a los que me rodean. Querido “Viejo” “Davicho”, este “gallego”, que así me llamaba, quiere decirte un hasta luego, gracias y trataré de hacer digno tu legado. Un abrazo a toda su familia y amigos.
vocación de servicio y la dignidad del trabajo, el amor por la naturaleza y la obra del hombre, y porque no la psicología (Rebenque colgado en pared, -familiares y amigos saben de qué hablo-). Los mates compartidos, los fogones, y algo que nunca conté, es que en los campamentos me iba a trabajar a la cocina, donde él estaba generalmente, para colaborar y aprender. Pero lo más importante es cómo se trasciende en la vida. Mi formación hace que vea a la vida como un ciclo, pero los valores que uno trasmite se hacen eco de generación en generación, no mueren con la persona física. Y es acá donde noto la importancia de vivir, y es tratar de transcender lo material, para transformarse en acciones, recuerdos, compromisos implícitos con la enseñanza de aquellos que nos marcaron. Sé que el sayo me queda grande, pero hay algo del “Viejo” que sigue vivo en mí, y que intentaré transmitir a mis hijos, a mis alumnos, a los que me rodean. Querido “Viejo” “Davicho”, este “gallego”, que así me llamaba, quiere decirte un hasta luego, gracias y trataré de hacer digno tu legado. Un abrazo a toda su familia y amigos.
