17/9/13

¿Por qué sentimos celos?

http://www.contextotucuman.com/uploads/2013/09/16/size2_20225_gallery_deardishit-jealous-gallery.jpgSentir celos es parte de la naturaleza humana, es una respuesta emocional que ocurre como resultado de un complejo proceso psicológico que nunca es agradable. Por ello es que hoy te invito a intentar describir qué son los celos y por qué somos celosos. 
¿Qué son los celos? Los celos representan una de las emociones más naturales o esenciales y al mismo tiempo, una de las más oscuras, dañinas e incómodas que existen. Se tiene constancia de que este sentimiento es inherente a la condición humana
desde tiempos ancestrales, siendo por ejemplo una temática recurrente en la mitología Griega o en las narraciones de la Biblia (donde aparecen en innumerables oportunidades como un mal en los hombres). Sin embargo, también podemos encontrarnos con esta emoción en otras especies animales tales como los chimpancés, los elefantes o los perros, que también son celosos, entre otros tantos. Hay quienes creen que los celos son otra forma de envidia pero, a diferencia de esta, los celos aparecen más bien como un temor, como el miedo a perder determinada cosa, objeto, función o relación, entre otras cosas. Para entender mejor ambos conceptos, veamos cómo define estas emociones el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Envidia: -Tristeza o pesar del bien ajeno. -Emulación, deseo de algo que no se posee. Celo: -Interés extremado y activo que alguien siente por una causa o por una persona. -Recelo que alguien siente de que cualquier afecto o bien que disfrute o pretenda llegue a ser alcanzado por otro. -Sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra. Entonces podemos diferenciar estas emociones al tener en cuenta quiénes o qué cosas entran en juego. Así, decimos que la envidia se refiere a algo que alguien más posee mientras que el celo refiere al temor ante la pérdida de perder algo que nosotros poseemos.
¿Por qué somos celosos? A pesar de que en la antigüedad, las causas de este fenómeno fueron adjudicadas a deidades o entidades sobrenaturales e ilógicas, hoy sabemos que la responsabilidad es nuestra. Desde el campo de la ciencias, como la Psicología y particularmente desde la Psicología Evolutiva, sabemos que todo pasa por nuestros cerebros, tanto la forma en la que establecemos nuestras relaciones, como la manera en que buscamos mantener (o no) las mismas. En sí, de acuerdo a diversos psicólogos contemporáneos, los celos son una respuesta emocional inherente a la naturaleza de los Hombres, donde tanto en hombres como en mujeres ocurre de la misma manera y esta ligado a una cuestión muy simple: buscar proteger lo que se quiere. Los humanos aprecian, quieren y aman sus pertenencias, sus puestos de trabajo, sus amigos, sus parejas, etc., y la idea de perder ese vínculo o tan solo peligrar su existencia, los martiriza con este horrible sentimiento. Muchísimo tiene que ver con nuestras capacidades cognitivas, con cómo procesamos la información y a cómo estipulamos con ella. Además, los celos tienen mucho que ver con la sexualidad y la naturaleza de nuestros hábitos reproductivos sin embargo, no solo con ella puesto que por ejemplo, volviendo a lo que estos procesos cognitivos refiere, pensemos en los niños o incluso en los bebés de apenas unos meses de vida que presentan esta clase de emociones o este tipo de comportamiento. La raíz de los celos y la influencia de diferentes cuestiones como el género, la edad, el origen étnico y demás, siempre han sido un tema de controversia. En realidad, si, todos estos factores tienen que ver con el desencadenamiento de los celos, el tipo de celo o la graduación en la que se los podría clasificar. En el ámbito del sexo, por ejemplo, a muchos les podrá llamar la atención la práctica sexual de las parejas conocidas como swingers o aquellas personas que en el acto sexual comparten a su pareja. A muchos les parecerá un tabú o considerarán que en una situación semejante, morirían de un ataque de celos. Lo cierto es que allí entran en juego muchos de los aspectos antes señalados, en especial aquellos que están relacionados a los procesos cognitivos de cada individuo. Pero más allá de toda esta cuestión social, cognitiva y cultural, más allá de factores como la edad, el género o la naturaleza psíquica de cada individuo, también hay ciertos detalles a señalar desde los cuales nos adentramos al campo de la Neurociencia. Dejando de lado los aspectos sociales, en Neurociencia se considera que sí existen diferencias entre los sexos y que, más específicamente, las mujeres son más celosas que los hombres. Pero para entrar en este ámbito, deberíamos considerar una compleja diferenciación entre el concepto de sexo y amor, que no haremos en esta oportunidad pero que vale la pena mencionar. Mediante diferentes experimentos, se ha determinado que por ejemplo en una pareja, la infidelidad en el coito provoca una respuesta que implica un mayor grado de celos y otros sentimientos como rabia, ira, etc., que en el caso de una infidelidad de tipo psíquica o de algún modo “espiritual”. Si la persona es infiel en la cama pero no hay una conexión (lo que llamaríamos “amor”) los celos aparecen en menor grado y con consecuencias menos nocivas. A su vez existen diferentes tipos de celos, desde celos más habituales vinculados al empleo, amistad, familia, romance, a los celos anormales, que rozan la paranoia y las patologías psicológicas. Bien podríamos decir que nuestros celos, en gran parte, son entonces el resultado de nuestra inseguridad, nuestra poca capacidad para desarrollarnos como individuos independientes, el peso de nuestra calidad como sujetos sociales y en cierta medida, de nuestro profundo egoísmo.