Nosotros sudamos por una razón. Y, sin embargo, solo los estadounidenses gastan 18.000 millones de dólares al año tratando de detener o al menos enmascarar el olor del sudor. Sí, eso es lo que se gasta en desodorantes y antitranspirantes.
Pero a pesar de usarlo todos los días, hay cosas que aún no sabemos sobre los desodorantes:
1- Ser anti-olor corporal no es un fenómeno moderno.
Según el New York Times, los antiguos egipcios "inventaron el arte del baño perfumado" e iniciaron la aplicación de perfumes a las axilas.
El primer desodorante de marca
registrada data de 1888. Se llamaba Mum, y el primer antitranspirante, Everdry, fue registrado 15 años más tarde, reportó el Times.
2- El desodorante mata las bacterias.
El sudor no es de por sí apestoso. De hecho, es casi inodoro. El olor proviene de las bacterias que descomponen uno de los dos tipos de sudor en la piel. El desodorante contiene un poder antibacteriano para detener el mal olor antes de que comience, mientras que los antitranspirantes se ocupan directamente de sudor.
3- Los antitranspirantes en realidad no paran el proceso de sudoración.
Los compuestos de aluminio en los antitranspirantes efectivamente detienen las glándulas sudoríparas ecrinas.
Sin embargo, la FDA sólo exige que una marca recorte el sudor el 20 por ciento para poder jactarse de brindar "protección todo el día" en su etiqueta, informó el Wall Street Journal. Un antitranspirante que pregone aún "más fuerza", sólo tiene que reducir la humedad un 30 por ciento.
4- Realmente podés llegar a ser "inmune" a tu antitranspirante.
Parece que nuestros cuerpos se adaptan a la forma de frustrar el sudor de los antitranspirantes, pero nadie sabe realmente por qué. El cuerpo puede adaptarse y encontrar una manera de desconectar las glándulas, o simplemente producir más sudor en otras glándulas del cuerpo.
"Es una buena idea cambiar tu marca de desodorantes cada seis meses para prevenir la resistencia", dijo el Dr. Han Lee, profesor asistente de dermatología en la Universidad del Sur de California.
5- Al desodorante no le importa si sos hombre o mujer.
Dato curioso: mientras las mujeres tienen más glándulas sudoríparas que los hombres, las de los hombres producen más sudor.
Pero que haya desodorantes para hombres o mujeres es más una estratagema de marketing. En por lo menos una marca, el mismo ingrediente activo está presente en las mismas cantidades en los envases para hombres y mujeres, informó Discovery Health. Es sólo el embalaje y la fragancia lo que difiere.
6- No todo el mundo necesita desodorante, y es posible saber si lo necesitás viendo tus orejas.
Los anunciantes han hecho un muy buen trabajo para convencernos de que somos asquerosamente malolientes y que necesitamos ser refinados por sus productos.
Sin embargo, la mayoría de las personas no huelen tan mal como piensan, informó Esquire, y algunas, que vienen de una reserva genética de particular suerte, ni siquiera huelen para nada.
Si no podés renunciar a los desodorantes el tiempo suficiente para descubrir tu verdadera esencia, podés tener una idea acerca de tu propio factor de olor personal mediante el examen de la cera de tus oídos: si es blanca y escamosa es más probable que puedas deshacerte del desodorante. Si es oscura y pegajosa... ¡no vayas tan rápido!
7- Nadie (ni siquiera los fabricantes de desodorantes) sabe realmente de dónde vienen esas manchas amarillas.
La teoría dominante es que los ingredientes a base de aluminio en los antitranspirantes de alguna manera reaccionan con el sudor, la piel, la remera, el jabón de la ropa o todo lo anterior para hacer que que aparezcan estas manchas.
La única manera de prevenirlas, es diciéndole no a los desodorantes a base de aluminio.
8- Podés hacer tu propio desodorante.
Varios aceites y extractos de plantas contienen sus propios poderes antibacterianos, así que, en teoría, podés hacer tu propio desodorante con relativa facilidad.
Sin embargo, la gente parece encontrar en los productos naturales y en los comprados en las tiendas diversos grados de eficacia.