La vida nos entretiene tanto que los años se nos pasan más rápido de lo que suponemos. Y hoy, jueves 7 de Noviembre de 2013, mientras me siento a escribir unas palabras para recordar a Dardo, para homenajearlo en el mes de la Educación de Adultos, caigo en la cuenta de que hace más de cinco años que no está entre nosotros.
Busco su rastro en Internet: Lo encuentro en una sentida nota que publicó la APA Saladillo junto a su perro fiel, “Basofia”, y en una carta de despedida de sus compañeros de la Municipalidad, que subió a su blog la FM 106. Podría buscarlo también entre los libros matrices del CENS, pero elijo, al fin de cuentas, copiar una foto, y –por sobre todo- rastrearlo en mi memoria:
Dardo Carullo fue alumno de DINEA por los tiempos en que estábamos en la casa de la calle Sojo y nuestra Directora era Paulina. Él venía todos los días desde su casa de las 272, a pesar de trabajar tantas horas como obrero municipal, a pesar de restarles
tanto tiempo a su esposa y a sus hijos. Tuvo la suerte (o la desgracia) de ser el único varón del grupo donde cursaba, así que sus compañeras lo mimaban muchísimo; y, cada vez que amagaba con dejar el colegio, se iban a buscarlo una vez y otra vez hasta hacerlo volver a las clases. Alguno que otro día nos convidaba con las empanadas tucumanas que cocinaba su esposa.
Poco tiempo después de haberse recibido, seguía pasando a levantar la basura en el camión municipal. Yo escuchaba el ruido del motor desde adentro de casa, me asomaba para saludarlo y a veces nos quedábamos charlando. Un día me pidió que lo ayudara a escribirle una carta al Intendente para decirle que ya tenía un título secundario y que necesitaba un reconocimiento en su trabajo. Juntos escribimos esa nota en el mismo escritorio donde ahora escribo; y no puedo evitar, al recordarlo, la tristeza que su muerte significó y significa para mí.
¡Era tan grato hablar con esta persona educada, divertida y cordial! En su adultez, había apostado a la educación como el camino que lo ayudaría a superar limitaciones y carencias. Y lo hizo como históricamente lo han venido y lo seguirán haciendo muchos otros.
Por suerte, le fue concedida la posibilidad de ese cambio laboral, que –como era típico en él- no terminaba de agradecer cada vez que nos encontrábamos.
De la muerte de Dardo me enteré al día siguiente. Yo había viajado al campo. Fue tan imprevista como un infarto, un ACV, algo por el estilo. De esas muertes que nos dejan anonadados y sin palabras. Pero, afortunadamente, las palabras vuelven en días como hoy, cuando es imprescindible y es justo recordar a este alumno tan representativo de nuestra querida modalidad de Adultos. “Para muestra –como dice el refrán- basta un botón”.
Gracias por tu paso por nuestra escuela y nuestras vidas, Dardo. Ha sido un verdadero honor.
por Cristina Sarubbi
http://www.saladillo.gov.ar/notas.php?id=3623
http://106fmsaladillo.blogspot.com.ar/2008/09/cartas-de-oyentes_29.html