29/5/14

Gestos que delatan el amor

Mirar de soslayo, alisarse el cabello, llamar la atención sobre los labios, sonreír con timidez. En el juego de la seducción se intercambian mensajes gestuales de aproximación y disponibilidad, que indican a la otra persona que el camino está despejado. La única regla de oro: los indicios siempre deben ser discretos y sutiles.
Los gestos delatores son como los granos de polen que flotan en el aire:
a pesar de que no siempre resultan evidentes, están por todos lados a nuestro alrededor. ¡Y no suelen provocar alergias!
Los mensajes sexuales juegan un papel fundamental en la seducción, el amor y el sexo, porque durante ese juego amoroso es necesario que los participantes intercambien señales, acerca de su inclinación sexual, además de si se encuentran disponibles, están predispuestos y pueden ser compatibles sexualmente.
“Incluso de forma inconsciente, estamos constantemente enviando y recibiendo muchos mensajes sexuales. Mientras otras personas se fijan en nosotros y deciden si les parecemos atractivos, sensuales, entusiastas o desesperados, nosotros estamos ocupados intentando llegar a las mismas conclusiones acerca de ellos”, señala el psicólogo británico Peter Collet.
“Cuando se habla de romance, a los hombres les encanta pensar que son los que dan el primer paso y deciden la rapidez con que se va a desarrollar la relación, pero los estudios demuestran que el acto de seducir es casi siempre una cuestión de elección femenina”, señala el autor de “El libro de los indicios delatores”.
En las discotecas, los bares y las fiestas, la mujer es invariablemente quien da el primer paso, por medio de un gesto delator de aproximación: una señal no muy explícita, pero lo bastante clara para mostrar al hombre que puede acceder a ella, que el camino está libre. Entre sus gestos, destacan estos:
El vistazo incipiente. Una mujer que se siente atraída por un hombre le lanza a veces una mirada prolongada, sin apartar la vista, hasta que él se fije en ella. Puede mantener la mirada durante un segundo o dos y luego desviar la vista y la cabeza ligeramente, aunque no tanto como para que parezca que se está retirando del juego. Después, mientras el hombre continúa observándola, ella gira de nuevo la cabeza y fija los ojos en él. Normalmente, hace falta repetir este ciclo tres veces, para que el hombre capte el mensaje.
La mirada fija. En vez de recurrir a varias miradas breves e intermitentes una mujer puede indicar a un hombre que está accesible manteniendo la mirada durante más tiempo que el normal. Esto difiere de lo que sucede cuando nuestros ojos coinciden con los de un desconocido y desviamos la vista rápidamente, para desvincularnos antes de que la otra persona pueda pensar que estamos interesados en seguir interactuando.
Mirar y parpadear. Una mujer puede prolongar la atención que le ofrece un hombre por medio de una mirada con parpadeo. Para ello eleva las pestañas superiores ligeramente durante una fracción de segundo, de modo que el gesto sólo es evidente para quien va dirigido. Al abrir los ojos de esta manera, expone a un hombre que es a él a quien está mirando, y también le lanza una pregunta: “¿Y ahora qué?”.
Tocarse el pelo. Cuando una mujer ha captado la atención del hombre, a veces se toca el pelo para indicar su accesibilidad, pasándose la mano por el cabello o moviendo la cabeza con lo cual éste cambia ligeramente de posición. Estas acciones son una “muestra de juventud”, e incluso no es inusual encontrarlas en mujeres con el pelo muy corto o con laca, que igualmente se tocan cuando se cruzan con un hombre que les gusta.
El arte de resaltar los labios. Realizar una mueca sensual con la boca o deslizar la lengua por los labios lentamente, mientras se mira insistentemente al hombre es uno de os recursos femeninos más eficaces para mostrar accesibilidad a un hombre.
Estos gestos atraen la atención hacia un rasgo característico de la mujer: sus labios, que son más anchos que los masculinos y se ensanchan cuando existe una excitación sexual.
Este gesto suele ser breve y sutil, posiblemente porque ella no quiere que el hombre piense que es una mujer fácil.
La sonrisa que invita. Cuando una mujer quiere estimular a un desconocido a que se aproxime a ella, puede esgrimir una sonrisa tímida y breve, confinada a la zona de la boca.
Este gesto es discreto, porque una sonrisa amplia y plena se reserva para los amigos o conocidos y entre dos desconocidos seguramente se interpretará como una señal de reconocimiento. Lo mismo sucede con las miradas, muecas o arreglos de pelo exagerados, insistentes o poco discretos, que pueden interpretarse como una broma en lugar de una invitación sincera.