12/11/14

Alertan por los riesgos de una moda: el bronceado excesivo

No importa si hace frío o calor. Tampoco si hay un sol que raja la tierra o un cielo oscuro. En la época del año que sea, tanto mujeres como hombres desean lucir una piel caribeña, atractiva y bronceada como sinónimo de buena salud. Para eso, se pasan horas bajo los rayos del sol o se internan en repetidas sesiones de cama solar. ¿Pero es sinónimo de buena salud? Para los expertos, cuando se pasan largas horas buscando el bronceado perfecto y aún así no se logra estar conforme, lo que se tiene no es necesidad de tener la piel tostada sino tanorexia, una enfermedad poco conocida pero con consecuencias dermatológicas gravísimas. Si bien el término no está aún estandarizado en la comunidad médica, el síndrome existe y, al
decir de los especialistas, afecta a muchos famosos que ceden tanto al impulso de broncearse al extremo como de someterse a cirugías que les terminan deformando la cara. “Es un trastorno impulsivo que se traduce en la compulsión de tomar sol de manera constante”, explica la psiquiatra Elizabeth Vegassi, quien aclara que “si bien el término circula y es conocido en la comunidad científica, aún no fue clasificado en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”. Si la persona se encuentra lejos del sol, según se explica, presentará ansiedad y enojo al notar que se pierde el tono oscuro de la piel. Existen, además, síntomas físicos y psíquicos que manifiestan el trastorno. “Los físicos se producen como consecuencia del exceso de rayos ultravioletas -apunta la dermatóloga Aurora Guerra-, los cuales favorecen el fotoenvejecimiento (arrugas y manchas), sequedad e, incluso, tumores, siempre dependiendo del grado de sobreexposición y del fototipo de cada persona. Los síntomas psíquicos son una necesidad compulsiva de recibir rayos ultravioleta, y si no se reciben, la persona siente ansiedad y un malestar desmedido”. El estudio “Light Tanning as a Type of Substance-Related Disorder” alerta sobre este síndrome. En la investigación se demuestra que los “tanoréxicos” pierden la capacidad de autocontrol y no pueden parar de tomar el sol. Este comportamiento compulsivo se puede comparar a otras adicciones como el alcoholismo o el tabaquismo, según el informe. Para Vegassi, sin embargo, “todavía falta material suficiente como para realizar este tipo de comparaciones. Lo que sí se puede afirmar es que es un trastorno presente en la sociedad actual y cuyos protagonistas son tanto hombres como mujeres”. Otros estudios bioquímicos, sin embargo, aseguran que hay personas que al dejar de tomar sol presentan síndrome de abstinencia, lo que demostraría que la exposición solar sería algo similar a una adicción. Para los especialistas, además, este síndrome puede tener “alguna similitud con la anorexia, en cuanto a la distorsión de la imagen corporal que se tiene de uno mismo”. El perfil de las personas adictas al sol suele coincidir en que son personas que le otorgan especial importancia a lo estético y a su aspecto exterior. Según las recomendaciones de los especialistas, aunque tomar el sol con moderación es positivo e incluso necesario para que el cuerpo esté en forma, su abuso esconde muchos peligros. La gente que no presenta problemas con el bronceado respeta las horas menos intensas de sol, aplica una correcta hidratación sobre la piel e ingiere mucho líquido para reponer las sales minerales perdidas durante la exposición. Pero los “tanoréxicos” olvidan que hay que tomar vitaminas para no hacer sufrir al organismo y, lo más peligroso de todo, no prestan atención a la aparición de lunares o manchas, semillas de un posible cáncer de piel.