El 35 por ciento de las adolescentes de 14 y 15 años presenta algún tipo de deterioro auditivo, lo que podría atribuirse al uso de dispositivos personales para escuchar música o a la asistencia a boliches y recitales en vivo. Esta conclusión se desprende de un estudio realizado por científicos de la Facultad Córdoba de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).
“El deterioro auditivo por exposición a altos niveles sonoros es acumulativo y progresivo”, destacó Mario Serra, del Centro de Investigación y
Transferencia en Acústica (Cintra) de la UTN y asociado al Conicet. “Para cuando los adolescentes llegan a veinte y más años, que coincide con la edad del ingreso laboral, los daños auditivos ya pueden ser importantes”, alertó.
El grupo de Serra estudió a 172 adolescentes de un colegio secundario de la ciudad de Córdoba y comprobó que el 65 por ciento tenía su umbral auditivo normal, es decir, que podían oír los valores mínimos de sonido en diferentes frecuencias (de agudo a graves) que percibe el promedio de la población.
En cambio, el 12 por ciento presentaba un leve inicio de deterioro y el 23 por ciento, una disfunción más notoria. El trabajo fue publicado en la revista Noise & Health.
De acuerdo a los investigadores, el deterioro coincide con la participación más asidua de los jóvenes en actividades recreativas nocturnas, como es la asistencia a boliches y recitales en vivo. También pasan más tiempo escuchando música en dispositivos personales, como iPod, MP3 o el reproductor del celular.
Para una exposición de cuatro horas en una discoteca (tiempo aproximado de permanencia de los adolescentes en tales lugares), el nivel sonoro no debería exceder los 88 decibeles.
Los investigadores midieron los niveles sonoros en cuatro boliches que los adolescentes frecuentan, según su propio testimonio. Los valores en estos espacios nocturnos variaron entre los 107,8 y 112,2 decibeles.
“Según estos valores, en algunos locales directamente los adolescentes no podrían permanecer ni un minuto”, agregó Cristina Biassoni, integrante del Cintra.
También midieron los reproductores personales de música en los niveles en que los usan los adolescentes.
Más allá de que las autoridades deberían controlar los niveles de ruidos en boliches y recitales, los investigadores también recomiendan incluir programas escolares sobre los riesgos de escuchar música a todo volumen, dado que la exposición fuerte comienza a una edad temprana.