Clarisa es mamá primeriza de Lautaro, hoy de 4 años. Y si hay algo que comprendió en este corto camino de la crianza del chiquitín es que Lauti se la pasó todos estos años chupando y mordiendo prácticamente todos sus juguetes favoritos. Esta conducta motivó a Clarisa a leer -casi obsesivamente, lo reconoce- literatura especializada sobre los materiales con los que se fabrican "esos" juguetes que su hijo "probaba" todo el día. Y aquí empezaron las
sorpresas.
El hito más reciente que puso en alerta a muchos padres del mundo, igual que a Clarisa, fue a finales de la década del noventa, cuando estalló la polémica alrededor del bisfenol A (BPA), una sustancia que se utiliza para fabricar un plástico duro - conocido como policarbonato y resinas epoxi- y con el que se fabricaban las mamaderas modernas.
Esta semana, el caso de la niña de 8 años en Orán, provincia de Salta, que se habría intoxicado con unas banditas de goma para hacer pulseras avivó el tema, pero esta vez puso la mira en los ftalatos: otra sustancia química que se utiliza como aditivo del plástico (PVC) para otorgarle flexibilidad y consistencia, una especie de "plastificante".
Ciencia e industria en alerta
Flavia Vidal, jefa de toxicología del Hospital Italiano, explica a Infobae que la sustancia en la mira a partir del caso de las pulseritas de goma es un derivado del ácido ftálico. Se trata de los ftalatos, presentes en algunos juguetes y artículos de puericultura (mordedores y juguetitos de los más chiquitos).
Precisa la doctora Vidal: "Los ftalatos se agregan al PVC para darle al plástico consistencia y a la vez flexibilidad. Existen varias resoluciones del Ministerio de Salud de la Nación desde el año 1999 que alertan y prohíben la fabricación, exportación y comercialización del uso y aplicación de esta sustancia en los juguetes, sobre todo en menores de 3 años, que se llevan los juguetes a la boca".
Las resoluciones incluyen la prohibición y el alerta sobre los derivados del ftalato. También en la Comisión Europea, que regula producción y comercialización de productos, los ftalatos están totalmente prohibidos para la fabricación de juguetes.
Sin embargo, el Instituto Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) aún no incluye a los ftalatos en el listado de sustancias cancerígenas. Tal vez este dato resulte central para entender por qué aún la sustancia sigue circulando y se presta a confusión en la opinión pública sobre su toxicidad.
Define la toxicóloga Vidal a Infobae: "Lo que se sabe sobre el ftalato es que al mantener contacto con la sustancia provoca irritación en la base de la nariz y alrededor de la boca. Lo más importante del ftalato es que actúa como una especie de disrruptor endócrino. Es decir actúa como un estrógeno, como una hormona sexual pudiendo traer complicaciones a las embarazadas y a los chiquitos menores de tres años".
Los ftalatos se utilizan también en la fabricación de esmaltes de uñas, adhesivos, masillas, y pigmentos de pintura, entre otros.
¿Qué hace la industria nacional para proteger y fabricar juguetes seguros?
En diálogo con Infobae, Matías Furió, presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) responde: "En la Argentina partimos de una premisa que nos posiciona mejor que muchos otros países del mundo. ¿Por qué? Porque la mayoría de los fabricantes-dueños de juguetes en la Argentina forman parte de la CAIJ y todos los asociados contamos con un laboratorio propio que fiscaliza los criterios, componentes y normas de fabricación según los estándares nacionales e internacionales. Por eso creo que los juguetes argentinos son uno de los más seguros del mundo".
El titular de la CAIJ explica que "desde septiembre del año 1999 rige en el país la resolución 851/98 reemplazada en el año 2006 por la Resolución 163/2005, mediante la cual se dispone que todos los juguetes que se comercializan en el país, ya sea de origen nacional o importados deben certificar el cumplimiento de normas de seguridad".
"En muchas partes del mundo, son los propios fabricantes los que se tienen que hacer responsables de ese control, pero no de manera asociada. Y de la misma manera, cuando se importa: el 80% de los productos que entran al país son controlados por el laboratorio de alta tecnología de la CAIJ. Allí emitimos para cada juguete un certificado que luego es homologado según las normas IRAM o por el INTI", agrega Furió.
Y advierte que sobre las gomitas con ftalatos, hay que saber que desde el 2008 está vigente la norma que prohíbe este tipo de plastificados en los juguetes. "Y también saber que el nivel de toxicidad es uno de los niveles de seguridad que se audita sobre un juguete, pero no es el único".
"En la Argentina el ftalato -de acuerdo a la legislación vigente- no lo usamos como material de origen, así que es muy probable que el caso de Salta se trate de un producto de venta ilegal, y que por supuesto no haya pasado los controles de rigor. Incluso ocurre con muchos productos hechos en China en donde el ftalato no está prohibido, ni tampoco el uso de algunas pinturas tóxicas. Le ha pasado a grandes fabricantes del mundo que tercerizan su producción en China por una cuestión de costos; y allí se utilizan productos que no están aprobados".
Los límites de la vida flex
El nudo del conflicto es que el ftalato otorga "vida flex" a un producto plástico y los fabricantes quieren lograr que sus productos sean lo más "flex" posibles. En esta delicada tensión se vuelve central una regulación dura y clara que establezca cada país o grupo de países acerca de la tolerancia y del impacto de los ftalatos a la salud.
Las investigaciones científicas, muchas hechas en el 2004, cuando los ftalatos estaban incorporados a la industria sin restricciones ni prohibiciones, habían encontrado en los juguetes de niños menores de 3 años, entre un 20 a 50 por ciento de ftalatos sobre el peso total del producto. Esas proporciones fueron suficientes para que muchos países prohibieran la fabricación y comercialización de esos juguetes por considerarlos altamente riesgosos para la salud.
En el caso de los juguetes de los más chicos, uno de los mayores problemas de los ftalatos es que tienen una alta "carga tóxica" porque los chicos se los llevan a la boca y de manera reiterada.
Las condiciones de exposición y duración del ftalato influyen directamente en el nivel de toxicidad que pueda producir.
Para el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, los ftalatos y su familia de sustancias derivadas integran la lista desde finales del siglo XX de los más de 300 productos químicos ambientales, que se hallan en cantidades no apropiadas en la población estadounidense. Figuran también metales pesados como arsénico, los herbicidas y fungicidas, insecticidas, entre otros.
El caso de Orán
Lo curioso del caso de la niña salteña es que las mismas autoridades de bromatología provincial dijeron no haber recibido ningún protocolo para actuar, ni por parte de la cartera de Salud nacional, ni provincial, colocando el tema de alguna manera en pendiente. Juan Carlos Pacheco, jefe de inspectores de Bromatología de Orán, explicó: "Si vemos que hay nuevos casos que afecten la salud de la comunidad, tomaremos cartas en el asunto".
Según relató su familia, la niña salteña de 8 años debió ser internada y el cuadro que los médicos describieron fue intoxicación causada por ácido ftálico. A partir de allí se vinculó esta sustancia química como una de las que podría estar presente en las pulseritas multicolores de goma que tan de moda están entre las chicas de todas las edades.
¿De dónde surge que las pulseritas contienen ácido ftálico? La mamá de la menor contó que su hija empezó a hacer pulseritas con las bandas de goma para luego venderlas, por lo que el contacto con la sustancia fue recurrente. Al mes de usarlas empezó a sentirse mal de la panza y con dolor de cabeza. Le realizaron un análisis de orina y diagnosticaron que estaba intoxicada.
No obstante, el médico le permitió que su hija use las pulseras, pero solo aquellas que cuenten con las normas de seguridad nacional e internacional y que no lleven, en cambio, el aviso de advertencia, como fue el caso de las que usaba la nena para hacer pulseras. La mujer contó que días después de que la menor dejó de tener contacto con las pulseras, "mejoró notablemente".
El mundo de los ftalatos
La principal función de los ftalatos o ésteres de ácido ftálico como grupo de compuestos químicos es la de ser empleados como plastificadores, agregados al PVC para incrementar su flexibilidad. Hasta 2004, los fabricantes produjeron unas 400.000 toneladas de ftalatos al año.
Esta sustancia se comenzó a producir en la década del ´20 y en grandes cantidades desde los años ´50, con el nacimiento del PVC. Los ftalatos más empleados son el DEHP , el DIDP (ftalato de diisodecilo) y el DINP (ftalato de diisononilo). El DEHP es el plastificador más usado con el PVC debido a su bajo costo.
La legislación internacional se pronunció en diversos tribunales del mundo sobre los ftalatos. En el Tribunal Superior de Viena, Austria, en 1994 se dictó la siguiente sentencia: "El plástico clorado PVC (policloruro de vinilo) suavizado con ftalatos, ocasiona graves riesgos al medio ambiente y a la salud pública, durante todo su ciclo de vida.
En 2004 un equipo de investigación sueco-danés encontró fuertes relaciones entre las alergias infantiles y los ftalatos tipo DEHP. En 2005, un estudio mostró que los ftalatos pueden imitar a los estrógenos femeninos y provocar una "feminización" del feto, sobre el que la Universidad de Missouri publicó un estudio avalando esta idea.
El caso argentino
Una resolución del 2001 bajo la gestión del entonces ministro de Salud de la Alianza Héctor Lombardo, pero que se implementó en el país recién en el año 2008, sentó un precedente claro al respecto del uso del ftalato aplicado en los juguetes de menores de 3 años, en calidad de aditivo al PVC. Tolerancia cero para el ftalato.
La resolución número 438/2001 establece la prohibición de fabricar, importar, exportar, comercializar o entregar a título gratuito artículos de puericultura y juguetes de material flexible con ftalato destinados a ser llevados a la boca por niños menores de tres años, fabricados con determinados ésteres de ácido ftálico. Y advierte la existencia de riesgos para la salud en los niños menores de tres años, por el empleo de ésteres de ácido ftálico como plastificantes en la fabricación de mordillos y otros artículos de puericultura, así como de juguetes que puedan ser mordidos o chupados.
La resolución también contempla la necesidad de que las etiquetas y/o embalajes de los juguetes, así como las instrucciones que los acompañen, deben alertar, de forma eficaz y completa a los usuarios y/o a sus cuidadores acerca de los riesgos que puede entrañar su uso y de la forma de evitarlos.
Con las mamaderas, no
El precedente lo instaló en los años 2008 y 2009 la polémica global alrededor del bisfenol A presente en las mamaderas y envases de plástico en lactantes. El bisfenol A (BPA) es una sustancia que se utiliza para fabricar un plástico duro, conocido como policarbonato y resinas epoxi. Lo más inquietante sobre el bisfenol es que de acuerdo a estudios realizados en animales revelaron que puede producir lesiones precancerosas y pubertad precoz.
Por el escándalo, en la Argentina se volvió a las mamaderas de vidrio en los hospitales. Y en el año 2012, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), dispuso la prohibición en todo el territorio nacional de la fabricación, importación y comercialización de mamaderas que contengan bisfenol A (BPA) en su composición, "debido a que cuando esta sustancia se calienta puede causar efectos tóxicos en los lactantes, al desprenderse pequeñas cantidades de BPA y pudiendo ser ingeridas".
Una medida en consonancia con las agencias regulatorias más exigentes del mundo, como la de Estados Unidos, Europa, Brasil o Canadá.
Juguetes seguros
El ingeniero Roberto Luis Raimondi, director técnico del laboratorio de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) se refiere a las normas de seguridad en los juguetes: " Las normas de seguridad establecen los requisitos que debe cumplir un juguete, para un uso seguro del mismo. Y el cumplimiento de estos requisitos son verificados mediante ensayos en laboratorios reconocidos por la autoridad de aplicación, en este caso la secretaría Nacional de Comercio Interior.
"Las normas de seguridad de un juguete contemplan ensayos físicos y mecánicos para evaluar que el diseño del juguete no presente riesgo de lesión. Y ensayos de migración de metales pesados que evalúan el material con que está fabricado no presente riesgo en la eventual ingestión o manipulación del juguete".
Concluye Raimondi: "Uno de los aspectos más relevantes de las normas de seguridad, reside en las leyendas e información que deben poseer los productos para "informar" desde su envase al usuario- consumidor los aspectos que deben ser tenidos en cuenta para el uso seguro del mismo, fundamentalmente respecto de la edad a la que deben ser destinados. Esta información, como es natural que ocurra, está destinada esencialmente a los adultos quienes son en definitiva quienes habilitan el uso del juguete a los niños".