Parafraseando a Mercedes Sosa, las manos de mi padre… ellas se brindan cálidas, nobles, sinceras, limpias de todo….
Sin duda es un momento de mucho dolor, pero pasadas las horas nos va quedando el imborrable recuerdo de lo que fue papá, un hombre de bien, íntegro, solidario, humilde, honesto, un laburante, siempre dispuesto, con una presencia muy fuerte en la familia, en el trabajo, con los amigos y con la comunidad. Un incansable defensor de la igualdad, desde lo ideológico, pero también lo demostró con sus actos de amor.
Sus manos tocaron música, pero también tocaron la vida. Estará presente en cada melodía, en cada instrumento musical, y en cada rincón de nuestro ser.
Y como él hubiera querido, no podemos dejar de agradecer a todas las personas
que desde su lugar y sus posibilidades nos acompañaron en este año de lucha, personal de la salud Alfonso, Martín, Patricia, Gustavo, Mónica, Agustina, Walter, Jorge, personal de PAMI y de IOMA, Clínica Saladillo y Hospital Dr. Posadas, familiares, amigos, vecinos que lo mimaron con visitas, comidas ricas, antojos, corte de pelo y todo lo que podía ayudarlo a sentirse mejor, como un “me gusta” en los videos del face; músicos que lo acompañaron y lo deleitaron hasta sus últimos días con lo que él más disfrutaba, a los sacerdotes y Néstor, que todos los sábados lo alimentó con la palabra de Dios y su sacramento, como sostén espiritual en este difícil trance que le tocó atravesar.
Para nosotros, su familia, será imborrable el momento de su despedida. Fue un verdadero homenaje, donde sentimos que papá dejó una huella y era querido por muchísima gente.
Las manos de mi padre, me representan un cielo abierto, y un recuerdo añorado, trapos calientes en los inviernos… Viejo…con la música a otra parte.
INFINITAS GRACIAS
María Ester, Mariel, Leticia, Natalia, Juani y Anto.