17/6/15

Aseguran que estar enamorado modifica varias áreas del cerebro


El amor no sólo genera cosquilleos en la panza o suspiros repletos de admiración y deseo: también es capaz de modificar el cerebro. Así, al menos, lo prueba un estudio reciente realizado por la Universidad de Ciencias y Tecnología de Hanui (China) en el que participaron cien jóvenes alumnos. Las áreas cerebrales que cambian con el amor, según el trabajo, están relacionadas básicamente con los circuitos de recompensa, motivación y regulación de las emociones.

“Es la primera prueba empírica de que el amor altera la arquitectura funcional del cerebro”, escribieron los investigadores en la revista
Frontiers of Human Neuroscience, donde acaban de presentar sus resultados. Estudios anteriores habían cartografiado la actividad cerebral de personas enamoradas cuando se les muestran imágenes de sus parejas, pero este es el primero que registra la actividad del cerebro en estado de reposo de jóvenes enamorados y lo compara con la de jóvenes que no tienen pareja.

“El planteo de la investigación puede ser interesante -opina la neuróloga platense Diana Cristalli-, pero hay que tener en cuenta que las funciones positivas siempre estimulan áreas del cerebro. Y eso es algo que no puede quedar limitado exclusivamente al amor sino a cualquier emoción positiva, como la esperanza o la alegría”.

EL ESTUDIO

En la investigación, dirigida por Xiaochu Zang, participaron cien alumnos universitarios. A todos se les hizo una prueba de resonancia magnética funcional para registrar los niveles de actividad en las distintas áreas del cerebro.

Los alumnos se dividían en tres grupos: los que afirmaban estar enamorados, los que habían finalizado una relación y los que nunca habían experimentado el amor. Debían mantener la mente en blanco durante el experimento para que se pudiera observar qué cambios se producían en los cerebros de los que se sentían enamorados.

Los resultados, según exponen ahora los hacedores de la investigación, evidenciaron que el amor de pareja involucra una docena de partes del cerebro distintas que se activan de manera coordinada. En el desamor, por el contrario, tiene un papel preponderante una única área llamada núcleo caudado. Con estos datos, los científicos han considerado en su estudio la “posibilidad de aplicar esta práctica con la resonancia magnética funcional para elaborar tests del amor”, cuyos resultados serán empíricamente demostrables.

Para Cristalli, sin embargo, demostrar los alcances del amor en nuestro cerebro “es algo que se presta al debate y a cierta subjetividad que le escaparía a la cuestión empírica, porque si bien es sabido que las emociones positivas liberan endorfinas que nos generan un estado de beneplácito, de bienestar, creo que lo mismo podría aplicarse para otras emociones en las que no esté involucrado el sentimiento amoroso”.

Opiniones y miradas al margen, los responsables del estudio aseguran que las personas enamoradas muestran un incremento de actividad en las áreas del cerebro responsables de los estímulos de recompensa, motivación, aptitudes sociales y redes cognitivas. Asimismo, dicen, cuanto más tiempo ha transcurrido desde una ruptura sentimental, menor es la actividad registrada en estas áreas concretas. Por ello, esta investigación podría abrir una vía a estudiar por qué algunos desengaños amorosos derivan en cuadros de estrés y depresiones profundas. Aunque eso, claro, ya es otra historia.