El espectacular escape de Joaquín Guzmán Loera (58), (a) “El Chapo”, del penal federal de máxima seguridad de El Altiplano (México), el sábado último, deja al descubierto una vez más el poder y la influencia del narcotráfico en el mundo.
Se trata de un escándalo de corrupción que, además de exhibir la vulnerabilidad del sistema penitenciario mexicano, pone en aprietos al presidente Enrique Peña Nieto, quien al igual que gran parte de su gabinete, se encontraba en Europa.
El Partido Acción Nacional (PAN) exigió respuestas inmediatas a Peña Nieto y la recaptura del capo del narcotráfico.
El hecho, que ha dado la vuelta al mundo en tiempo récord, fue informado por prestigiosos medios de comunicación, como The New York Times, The Guardian, Le Monde y El País.
Algunos titulares de la prensa internacional fueron “Golpe a Peña Nieto” y “El imperio de Sinaloa no claudica”.
A las autoridades a nivel internacional les llamó la atención que el capo de la droga haya fugado dos veces de penales catalogados “de máxima seguridad”.
Y es que el 19 de enero de 2001 “El Chapo” encontró la forma de salir del penal de Puente Grande, Jalisco, luego de haber permanecido recluido en ese lugar cerca de seis años.
El comisionado nacional de Seguridad de México, Monte Alejandro Rubido García, informó ayer que el sanguinario líder del cártel de Sinaloa había logrado escapar por un túnel de 1500 metros de longitud.
Sin embargo, el funcionario mexicano no supo responder a la prensa cómo es que durante meses nadie se dio cuenta de cómo se construía un túnel de semejantes proporciones bajo sus narices.
Todo el personal de la prisión, que continúa siendo “la más segura” de México, ha sido retenido, mientras que 18 funcionarios vienen siendo interrogados en la capital. Una investigación al más alto nivel acaba de empezar, informaron voceros del gobierno mexicano.
La captura del barón de la droga en la ciudad costera de Mazatlán (Sinaloa), en febrero de 2014, a manos de las fuerzas del orden, fue catalogada como una “victoria crucial” en la lucha contra el narcotráfico, la que ahora se ha visto opacada por su segunda fuga.
En su edición web, The Washington Post señaló que la fuga del “Chapo” Guzmán implica un “duro golpe” al plan antinarcóticos planteado en México.
DE PELÍCULA. Eran las 20.52 horas del sábado cuando las cámaras internas de seguridad del penal de El Altiplano, supuestamente impenetrable, filmaron los últimos pasos de Guzmán Loera.
Luego de tomar su medicación, se dirigió al área de duchas, y allí empezó la cinematográfica fuga.
Una boca rectangular de 2.5 metros cuadrados que había sido excavada por sus colaboradores lo esperaba oculta bajo una trampilla.
El orificio mantiene una conexión con un conducto vertical de 10 metros de profundidad, en el que había sido acondicionada una escalera para llegar al túnel final (1.7 metros de altura y 70 centímetros de ancho).
Cuando el capo del narcotráfico terminó de descender por ella, solo le quedó atravesar el kilómetro y medio de longitud que lo separaba de un inmueble en obras de la Colonia Santa Juanita, del municipio de Almoloya de Juárez, de donde no se le volvió a ver ni la sombra.
“El túnel cuenta con tubería de PVC, presumiblemente para ventilación, así como alumbrado, y una motocicleta adaptada sobre rieles como mecanismo de tracción mediante el cual, probablemente, fue extraída la tierra producto de la excavación y transportadas las herramientas para la misma”, precisó el comisionado nacional de Seguridad de México.
Un dato adicional: nunca nadie había escapado de dicho penal.
PODER. Durante cuatro años consecutivos, el nombre del “Chapo” Guzmán había aparecido en la lista de multimillonarios de la revista estadounidense Forbes. Según la publicación, en 2012 sobrepasó una fortuna estimada en 1000 millones de dólares.
Su fortuna lo colocó por encima de los presidentes de Francia y Venezuela.
Al siguiente año, sin embargo, el capo mexicano dejó de estar en la lista de los multimillonarios debido a que, según indicó Forbes, no se sabe a ciencia cierta cómo es que invertía el dinero producto del tráfico de drogas.
Figura además junto a otros nueve mexicanos en la lista de las 500 personas más poderosas del mundo, publicada por la bimestral Foreign Policy en 2013.
Incluso, el valor por su cabeza se contaba por millones antes de su segunda captura. Y es que el gobierno estadounidense ofrecía 7 millones de dólares a quien diera información sobre el paradero del narcotraficante, mientras que México ofrecía 30 millones de pesos.
Se trataba pues del segundo hombre más buscado del mundo, después del fundador terrorista de Al Qaeda, Osama bin Laden. Luego de su muerte, el “Chapo” Guzmán ocupó ese lugar.
Pero su poder no se limitaba a la economía. El Departamento del Tesoro de EE.UU. logró establecer que, a lo largo de 10 países de América Latina, controlaba una red criminal formada por 288 empresas y un sinnúmero de operadores. Respaldado por un ejército de sicarios, puso en jaque no solo al resto de mafias de la droga que intentaron infructuosamente resistirse a su sanguinaria expansión, sino también al propio Estado mexicano.
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