Siempre admiramos en postales y fotos, la estampa del caballo salvaje, libre, corriendo por el campo. Será porque queremos ser como ellos: bravos y fuertes, sin ataduras, bellos…
Sin embargo, la vida no es tan así, es de trabajo, sacrificios y una lucha tenaz por crecer y ser felices. La vida nos va amansando como el caballo de sulky, y disfrutamos lo que podemos, campeando la dificultad, eligiendo, y manteniendo bien vivo nuestro corazón…
Ese corazón que sonríe cuando pensamos en los caballos que han compartido tantos momentos con nosotros… Seguro la Ñata Zappacosta recordará el caballo manso de la foto y los paseos por el campo vadeando las lagunas, riendo y atajando las salpicaduras, o juntando huevos de gallareta para hacer buñuelos con una espumadera casera.
La “Ñata” está en el campo del abuelo Antonio Zappacosta en la Colonia “Fortín Esperanza” junto a uno de sus hermanos Serafín Luis (Chichito), su cuñada Betty Severino y una prima, Beatriz Zappacosta en el año 1951. El paseo no es en sulky, van en una amansadora de caballos.
Un potro nunca podría llevar un sulky. Para que sea caballo de pecho, se lo ata a una “amansadora”. Es como un sulky rústico, con unas varas extra largas, para que las patadas del animal no lleguen al coche ni rompan nada. Se ata el caballo cuatro, o cinco veces al carro y se lo larga al campo o con una soga. Y el potro se asusta y revela tirando patadas contra la amansadora pero se va acostumbrando… Se transforma en varero y puede llevar un sulky, una villlalonga o una chata, lo que sea.
Como el caballo de sulky, uno va por la vida amansándose, sin asustarse demasiado, trotando como loco de a ratos, gritando al viento el contento, llorando a veces, caminando al paso, escarceando de rabia, pero cuidando ese corazón para que lata con fuerza, libre y obstinado, buscando constantemente la felicidad.
Foto: Sra. Hilda Ethel “Ñata”, Serafín y Betty Zappacosta junto a Beatriz Severino. Colonia “Fortín Esperanza”. General Alvear. Bs As. 1951.