Cuando me dijeron que en Alvear había vivido un Marqués, no lo podía creer. ¡Un Marqués de verdad como el Marqués de Barrabás del cuento del Gato con Botas! Y sí, así era. Mamá, una soñadora más grande que yo, me contó lo poquito que sabía. Y ahí comenzó la investigación Marqués de Olaso de la Estancia San Salvador del Valle de General Alvear.
No había uno sino dos marqueses de Olaso: padre e hijo. El padre, don José Rufino de Olaso y de la Puente (1836-1914) y su hijo, don Luis de Olaso y Madaria (1887-1947). José Rufino junto con su hermano Julián, llegan a la Argentina en 1950. Primero se establecen en Lobos como comerciantes y se ocupan de la distribución de insumos para el Ejército. Llegan a Alvear con el Fortín Esperanza, y en 1856, figuran en las listas de propietarios de los primeros solares distribuidos por el General Juan Agustín Noguera a los pobladores del Pueblo de la Esperanza, hoy General Alvear. Desde esa época hasta 1900, don José Rufino vive en una gran casona y almacén de Ramos Generales que se encontraba en la esquina de Hipólito Irigoyen y Sarmiento (donde hoy está el Bar La Diligencia frente a la plaza).
En 1875, don José Rufino adquiere la estancia de 10.800 hectáreas que es donde actualmente se encuentra la colonia San Salvador del Valle, la llama como su pueblo natal en España, y construye el Mirador, o el Castillo como se lo conoce, sobre planos realizados por su amigo Luis Huergo, sí el mismo arquitecto famoso de Buenos Aires y de la hermosa avenida Huergo.
A la estancia le decían “El Mirador” por la torre que tenía en el medio. Desde ella, se podía observar los alrededores de la estancia, el hangar de los aviones y la pista de aterrizaje que usaba Luis de Olaso, su familia y amigos cuando venían de Buenos Aires. Martha Tagliani recuerda cuando en 1954 ella misma iba hasta arriba a mirar. Le gustaba mucho el campo y desde ahí se veían los puestos, el monte y el campo, el atardecer con sus colores y ruidos de pájaros.
La imagen es en 1935, cuando Luis de Olaso y Madaria, II marqués de Olaso (el primero de la derecha), visita la estancia con sus amigos Antonio de Goyoaga (empresario del Hierro), Samuel Ayarragaray (que fue intendente de Saladillo), Enrique y Ángel Sojo (los dueños de Santa Rita). Don Luis había conocido a Antonio de Goyoaga en uno de sus viajes a Argentina, en el buque CAP Arcona, similar en características y lujo al Titanic.
Bajaron en Buenos Aires y recorrieron Puerto Madero, Palermo. Caminaron por el Rosedal y el Patio Andaluz, precioso jardín con mayólicas sevillanas donado por los vascos argentinos y que todavía hoy, engalana el Rosedal. Se sorprendieron con las hermosa edificaciones porteñas donde se confundían chatas con tranvías… Y después, se vienen en tren a la estancia… Van en un auto desde la Estación y en el portal que está al lado de la Escuelita, los esperan todo el personal de a pie o a caballo. De ahí, en procesión hasta el Castillo por el amplio boulevard testigo de amores y encuentros… El día, radiante, acompañó al marqués y sus amigos en una jornada de asados, sopa, paseos, guitarreadas y domas. Estancieros amigos, autoridades, médicos del pueblo y el personal de la estancia asistieron a Misa para disfrutar después, de un almuerzo debajo de los grandes eucaliptos en una mesa con manteles blancos y platos de porcelana.
En el video mudo de super 8 milímetros, de imágenes rápidas, Olaso se refiere a este país, Argentina, como una Arcadia feliz, un lugar imaginario, utópico, donde reinan la felicidad, la sencillez y la paz.
Otras son las imágenes que nos vende la televisión de nuestro país. El refrán dice que todo tiempo pasado fue mejor… Pero, ¿Cómo saber si verdaderamente ese tiempo pasado fue mejor? Sí es cierto que no se puede vivir sin pasado, sin raíces. El marqués de Olaso fue nuestro pasado, muchas familias alvearenses vinieron con él hasta acá y se quedaron. Más de 100 años permaneció la familia Olaso en General Alvear hasta la expropiación en 1959.
También es cierto que no hay que vivir de recuerdos. Pero cuando no le damos valor a lo anterior, a “lo viejo”, también estamos perdiendo la capacidad de elevarnos por encima de todo lo que han dejado los abuelos y crecer. Claro, que cuando se ve e imagina esa estancia tan blanca, tan bella y tan lujosa, no se puede dejar de añorar los años jóvenes de “El Mirador” y hacer todo lo posible para no olvidarlo. Me encantaría que siguiera siendo la estancia del Marqués de Olaso y soñar como siempre en que lo bueno perdurará y por qué no, que aún podemos vivir en la época de los cuentos, cuando la palabra era ley, ese tiempo de Marqueses, Princesas, y Amores para siempre.
Nota: Texto basado en una película de super 8 milímetros filmado en 1935 por orden de Antonio Goyaga, actualmente propiedad Xavier Cuéllar Cuadra, Alcalde de Trápaga (ex San Salvador del Valle, Viscaya).