Navidad en el campo.
Por Lis Solé.
Cómo dijo una amiga, la felicidad no viene envuelta para regalo… Los que somos grandes revisamos nuestros recuerdos navideños con nostalgia… ¿Será por eso de que todo tiempo pasado fue mejor o simplemente porque éramos chicos?
Las Navidades hasta hace unos 40 años, no eran con Papá Noel o regalos. No. En el pueblo, en Nochebuena había que ir a la Misa de Gallo a las 12 de la noche para festejar con alegría la llegada de Jesús.
Era eso. Nada más y nada menos: celebrar el nacimiento de Jesús. Al día siguiente, se reunían los parientes y compartían un almuerzo con asados, si se podía, o sino, algo como todos los días.
En el campo aún más simple, sólo la familia. En diciembre, había mucho trabajo. Diciembre y Enero son los meses de la cosecha fina: cosecha de avena, cebada, lino… Primero se levantaba la avena, después la cebada y último, el lino. En Navidad eran los días de más actividad y los hombres quedaban en el campo: bolseros, estibadores, tractoristas, maquinistas…
Las máquinas trilladoras dejaban la semilla embolsada y, apuradas por temor a las tormentas de verano, iban las cuadrillas de bolseros y estibadores apilándolas en “estibas de campaña”. Las estibas de campaña tenían forma de pirámide y se cubrían con lonas… Si no se tenían las suficientes lonas y se avecinaban lluvias, muchas veces el encargado del ferrocarril, don Ghirotti, prestaba alguna.
De ahí, las bolsas eran llevadas primero en chatas, después en carros hasta los galpones donde se volvían a estibar. Las estibas en los galpones eran en cuadrado, usando todo el espacio. Se hacían hasta 16 bolsas de estibas, cada camada era de 10 bolsas por ejemplo, hasta que llevaba a 15 o 16 bolsas de altura. Había que ser baqueano para que las estibas no se cayeran. Parte de la cosecha se vendía, la demás se guardaba en los galpones hasta el año siguiente. La misma semilla se usaba año tras año y esto producía cosechas no abundantes. Pero los chacareros muchas veces no tenían dinero para comprar semilla nueva.
No se paraba para Nochebuena. Lindolfo Moussompés contaba que una Navidad estando en la estancia El Quemado, llegó un camión de bolsas de lino que había que descargar; así que ellos tomaron el trabajo y pasaron toda la noche descargando bolsas y guardándolas en el galpón mientras Virginia Maguirre les alcanzaba vino cortado con naranja. La “Señorita Virginia” como todos la recuerdan, siempre se ocupaba de alcanzar algo a los empleados. Rodolfo Solé recuerda cuando una Navidad, en 1950, Virginia Maguirre le llevó hasta su casilla de chapas un pan dulce y una botella de sidra que enterraron en el suelo, cerca del molino, para mantenerla fría hasta la noche. En esa época el mayordomo era Ramucho Orchiani.
Yo recuerdo las noches de Navidad cantando con mamá villancicos en la veredita de la Escuela 8 esperando que llegara papá. Si podía, él volvía, con el cuerpo y cara llenos de tierra donde relucían sus ojos claros. Se sentaba afuera, en una silla baja, y metía los pies en una palangana de aluminio con agua y jabón.
Cuando nos mudamos al pueblo no cambió mucho: mis tíos y papá esos días trabajaban hasta tarde en la cosecha, así que las comidas y preparativos eran realizados por las tías. Yo recuerdo a papá Rodolfo, a mis tíos José y Héctor dormirse sentados en la mesa y despertarse para brindar. Y al otro día, temprano de nuevo al campo.
No había regalos en Nochebuena… De Papá Noel no se hablaba. Casi nada se compraba y no había juguetes: el arbolito era generalmente una rama de casuarina de las que colgábamos papelitos y caramelos de colores.
Ojalá en estas Navidades logremos la Serenidad y Paz de tiempos no tan pasados, donde el trabajo y la esperanza de prosperidad brillaban en almas simples.
Foto: Raúl Bertoldi, Cholo Suárez, el Negro García y Lindolfo Moussompés en 1966 en la noche de Navidad en la Estancia El Quemado, General Alvear.