7/5/18

¿Por qué es importante dejar atrás el rencor?

Muchas veces, el pasado puede obrar como un ancla que fija nuestra mirada en un tiempo ya vivido, que no puede ser modificado. En ocasiones, los logros y alegrías de ese pasado nos llevan a regodearnos por demás, impidiendo que planifiquemos nuevos objetivos. ¿Pero de qué puede servirnos vivir admirando el trofeo
conseguido años atrás? Evidentemente, sería mucho más productivo que hiciéramos un lugar en la repisa para depositar los trofeos que podremos ganar orientándonos al futuro.
Buceando un poco más en este universo de personas que miran sólo para atrás, también hallaremos a quienes, lejos de aferrarse a pasados felices, permanecen anclados en el sufrimiento de situaciones antiguas y atados a uno de los sentimientos más dañinos que existen: el rencor. Una dolorosa emoción que hunde en el malestar a quien la experimenta.
Como ocurre con las manzanas (cuando una se pudre, las demás se contaminan), lo mismo sucede con nuestra mente cuando no logramos despegarnos de las emociones nocivas del pasado, cuando no dejamos de evocar conscientemente nuestros malos recuerdos, cuando rememoramos la angustia padecida y reavivamos nuestro rencor una y otra vez.
Si nuestra manzana putrefacta es el daño ya vivido, las emociones tóxicas que emana contaminarán cualquier nueva posibilidad de ser felices. No puede haber una mente saludable cuando la mirada esta puesta en el pasado. Dicho pasado sólo debe ser fuente de experiencia y de aprendizaje para no tropezar nuevamente con las mismas piedras. Pero debemos dejarlo ir, pues nuestro equilibrio mental depende de lo que acontezca entre este presente y nuestro futuro. En tal sentido, la vida es un vector que avanza como el tiempo.
Son muchos los que pregonan la importancia de vivir en el presente, de poder disfrutar del aquí y ahora. Pero no podemos soslayar que nuestras acciones en el ahora determinarán, en gran medida, lo que nos pase más adelante. Y si alguien, simplemente, utiliza su presente para cruzarse de brazos y aguardar confiado que la vida lo conduzca hacia alguna parte, puede que se tope con algo que no es precisamente el paraíso de sus sueños.
Dicho de otro modo, es cierto que el presente nos llevará a algún lado. Pero es más oportuno que seamos nosotros quienes manejamos el timón, antes que la vida o el azar. ¿Hacia dónde podemos ir? Hacia donde nos indique nuestro deseo. De allí la importancia de ponernos metas, a corto y a largo plazo. Pero, para lograrlo, por supuesto, tendremos primero que deshacernos de nuestro viejo rencor.
[El Lic. Daniel A. Fernández es psicólogo y autor del libro El origen de tu angustia]
























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