Hay hombres que buscan encontrar en sus parejas el lazo que los unió a sus madres, lazo que pudo haber sido amoroso y de presencia materna, o ausente y descalificante.
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Cuando dos personas se enamoran y tienen un vínculo amoroso, se pone en juego toda una dinámica de “amor” aprendida en la infancia. Esto quiere decir, que recibimos en herencia un modelo de todo un sistema familiar que persiste por lealtad inconsciente. ¿Qué lugar han ocupado los hombres en la historia de la familia? ¿Qué lugar las mujeres?
Traemos de nuestra infancia heridas y carencias. Conviven en nuestro ser adulto niños que guardan cicatrices sin cerrar. Cuando nos enamoramos, proyectamos en nuestro partenaire a alguien que pareciera prometernos reconocimiento y valoración, el mundo ideal que alguna vez anhelamos de pequeños y que nunca alcanzamos. Con el tiempo salimos de esta ilusión y volvemos a encontrar, como por repetición, la misma dinámica de apego y dependencia emocional que aprendimos de niños.
Usualmente ante madres sobreprotectoras, encuentran carencia de presencia paterna. Madres solas o mujeres que han desvalorizado de alguna manera la figura del padre y ante estas circunstancias, se crea una viscosidad en la relación madre-hijos muy difícil de superar.
Nos encontramos con jóvenes adultos, hombres que no han podido salir del campo de atracción de la “necesidad de madre” y se quedan orbitando alrededor de la “vieja”, ya sea para recibir sus cuidados o porque ha sido su función cuidarla a ella.
La posición de las mujeres que mantienen un vínculo con hombres que buscan el cariño de mamá, se manejan en ese mismo programa familiar: sostener la desvalorización de la imagen masculina, o de la figura del padre o función paterna.
- Te hace responsable por todo: Tenés que recordarle que tiene una cita, vos elegís a dónde salir, te ocupás de la limpieza, de sus finanzas, de manejar, de ordenar, cocinar. Siempre tiene alguna excusa de porqué él no lo hace.
- No quiere dialogar: Tu pareja en lugar de conversar o buscar soluciones deja de hablarte, utiliza el sarcasmo y te hace culpable de su malestar. Se siente incapaz de pensarse a sí mismo como responsable de lo que está sintiendo y pretende que vos gestiones su malestar.
- En su interior estos hombres no se sienten capaces de resolver problemas, tomar decisiones y transitar sus propios malestares y pretenden que su pareja lo haga por ellos.
Quiá sirve que nos hagamos las siguientes preguntas:
- ¿Para qué tengo una pareja que busca el amor de una madre? ¿En qué colaboro yo a esa situación? ¿Acaso como mujer, me inmolo en la pareja para salvar al otro?
- ¿Acaso realmente creo que mi pareja sea lo suficientemente adulto para gestionarle yo su propia inmadurez o creo que me necesita? ¿Qué recompensas obtengo sosteniendo a alguien que necesita de mi cuidado?
La relación de pareja nos posibilita la experiencia de ser dos adultos en vínculo, de contactar con el mundo emocional que vibra en mí como fuente vital y responder de manera menos reactiva o impulsiva.
En pareja, me reconozco, y me permito abrir nuevos aspectos de mí mismo. Confío en el camino y el proceso de vida y me siento acompañada en la experiencia de vivir.
Por la Licenciada en Psicología María Eugenia Calvo.