En Montevideo, Jean Baptiste Casterán inmigrante de los Altos Pirineos conoció a Marie Ihistarry, oriunda de los Bajos Pirineos. Se casaron y fueron padres de cuatro hijos: Juan Graciano, Juan Dionisio, María Teresa y Juan Víctor, a quienes llamaban Graciano, Diosnisio, Teresa y Victor. El menor de la familia, nacido en 1883, viajó por el mundo y se afincó en Buenos Aires.
Ocupó una gerencia de la petrolera Shell, también importó tractores e integró la sociedad que administraba el cabaret El Tabarís. Pero su mayor logro fue el establecimiento modelo para la cría de patos que levantó en su propiedad, la granja (hoy barrio) "Los Ñanduces" en la localidad de Ingeniero Maschwitz, al norte del Gran Buenos Aires.
Los patos que criaba Víctor Casterán pertenecían a una raza norteamericana y contaban con una ventaja para ser preferidos: eran más corpulentos que los criollos. La marca se impuso. Era los patos Viccas (palabra creada con las tres primeras letras de su nombre y de su apellido). Sin duda, se trataba de un buen producto. Casterán estaba en todos los detalles para dotar a su compañía con lo mejor. Colocó cámaras frigoríficas de última generación y galpones herméticos. Para sus setenta empleados construyó una enfermería donde podían concurrir para cualquier consulta y se entregaban los medicamentos necesarios. En el impecable comedor podían podían darse el lujo de escuchar la radio. Incluso hizo canchas de bochas para que el personal se distendiera.
Las innovaciones eran la especialidad de Casterán. Al borde de la ruta 9 instaló una casa de comidas en donde se podía comer Viccas a la valenciana, estofado Viccas bourguignone, ballotina de Viccas con jerez, cazuela de Viccas primavera o Viccas a la bigarrade con naranjas, entre otros manjares. ¿Un ejemplo? Ofrecemos la receta de los "Viccas a la manera de don Víctor", publicada en 1944.
Ingredientes: Un pato Viccas, 50 gramos de manteca, 50 gramos de crema de leche, 100 gramos de jugo de carne, 100 gramos de tomates frescos, una docena de cebollitas chicas, 150 gramos de zanahorias cortadas en rodajas, una cucharada de harina, un vaso de vino oporto, una cucharadita de azúcar y sal.
¿Hacía falta ir hasta Maschwitz para comprar los Viccas? No. Los patos se vendían en varios negocios del centro porteño, como por ejemplo el Mercado del Plata y la tienda Harrod's. A fines de 1944, cuando comenzaba a dar frutos una variante del negocio, la de los Patitos Bebe Viccas ("fuertes y precoces" decía el anuncio, se ofrecían en cajas de 50 y 100 patitos para criar), murió Víctor Casterán en su departamento de la actual avenida del Libertador y Ayacucho, en Recoleta. Descansa en el cementerio del barrio.
En aquella misma década aparecieron por Playa Grande, en Mar del Plata, musculosos que disfrutaban paseándose por la costa, inflando el pecho y tratando de nadie se perdiera el resultado de sus incursiones al gimnasio. En el balneario del Golf, un grupo de chicos que se entretenía viendo de qué manera balanceaban las piernas al caminar los bautizaron patovicas.