En abril, Instagram –que mañana cumple nueve años– dejó de mostrar los me gusta a los usuarios de Canadá, y en julio extendió este cambio a Japón, Italia, Irlanda, Brasil, Australia y Nueva Zelanda. Ahora ha sido Facebook –propietaria de Instagram– la que desde principios de septiembre ha empezado a ocultar los likes a sus usuarios australianos.
“Facebook siempre ha sido muy conservador, y por eso está haciendo esta retirada de forma lenta y escalonada, entre otras cosas porque aún tiene mucha inversión publicitaria relacionada con el like ”, dice Gemma Vallet, directora del máster en Social Media Branding y Negocio Digital de La Salle-URL.
De hecho, Instagram y Facebook no eliminarán completamente los me gusta, puesto que el creador del contenido los seguirá viendo. Para el resto, en lugar de mostrar el número total de personas a las que ha gustado esa publicación mostrará este texto: “Les gusta a [nombre de la última persona que ha hecho like] y a otros”.
Pero todo parece indicar que ambas redes sociales están experimentando en serio con la posibilidad de que esta sea una característica global en ambas plataformas. Detrás de la decisión estaría –por un lado– la advertencia de psicólogos del impacto negativo que tienen los likes en la autoestima de los usuarios, sobre todo los más jóvenes, pero también “un cambio estratégico, ya que desde el escándalo de Cambridge Analytica, Facebook ha estado haciendo distintas modificaciones, ya que ese asunto puso en cuestión la publicidad, su principal modelo de negocio”, asegura Vallet.
Pero la pregunta sigue siendo si estas medidas pueden ser efectivas para que todos hagamos un uso más saludable de las redes sociales, y cómo reaccionaran marcas y usuarios si desaparecen los likes.
“Muchos influencers empiezan a estar preocupados porque en los países donde se han eliminado los me gusta han tenido caídas de audiencias de hasta el 50%”, añade Vallet.
Para la doctora en Psicología Ursula Oberst, profesora de la facultad de Psicología Blanquerna de la URL, “la eliminación de los me gusta es una buena medida. En la adolescencia, la autoimagen es muy importante y el hecho de que no veas los likes que reciben los demás elimina los efectos adversos de comparar la cantidad de me gusta que recibes tú con la que reciben los otros como indicador de popularidad”.
Y es que, como dice José Ramón Ubieto, profesor de Psicología de la UOC, “la lógica de ser permanentemente validado y aprobado por los demás es una variable muy importante para los adolescentes, aunque no es la única”.
Según Oberst, “en el caso de que exista una vulnerabilidad, las redes sociales actúan como mediador entre esta y la depresión, a la que son más propensas las chicas, y la ansiedad en el caso de los chicos”.
De hecho, en una encuesta de la británica Royal Society for Public Health, realizada en 2017 a 1.479 jóvenes entre 14 y 24 años, a los que se les preguntó sobre qué red social consideraban más perjudicial en cuestiones como la depresión, la ansiedad, la sensación de soledad y la evaluación del propio cuerpo, los encuestados destacaron a Instagram como la peor, seguida por Snapchat y Facebook.
En opinión de Xavier Carbonell, también psicólogo de la URL, “las redes sociales cubren las necesidades de comunicación y de formar parte de un grupo de los adolescentes”, pero “todas estas autolimitaciones de la industria tienen poca repercusión real. Si se eliminan los me gusta, ya tenemos una cosa menos de la que preocuparnos, pero no creo que sea el remedio al mal uso de las redes sociales, que sin duda pueden afectar a la autoestima, un medio en el que es fácil que alguien se pueda sentir excluido, lo que puede aumentar su sensación de soledad”.
En este sentido, Vallet recuerda que “entre lo jóvenes, las redes sociales han sustituido a las pandillas. Las personas de menos de 20 años necesitan este tipo de aceptación grupal, y por eso Facebook también está potenciando los grupos y las comunidades porque el consumidor es más fiel a un club que a una colección de likes”.
En 2016, una investigación de la universidad de UCLA demostró que cuántos más likes tenía una foto más se activaba la estructura del cerebro responsable de que experimentemos momentos de placer intenso, y que tiene un papel en la aparición de adicciones, y en los mecanismos de recompensa encargados de que intentemos crear las situaciones para que estos picos de felicidad se repitan tan a menudo como sea posible.
Tanto para Oberst como para Carbonell las redes sociales están muy lejos de ser adictivas, porque a pesar de que “su uso puede tener consecuencias negativas, la intensidad y la gravedad de las mismas no son lo suficientemente importantes como para hablar de comportamientos adictivos”. Pero el problema quizás no sean sólo los me gusta.
“Las redes sociales han modificado radicalmente nuestra sociedad y han abierto un nuevo mundo a los que tienen problemas para socializar y interactuar en la vida real. Pero por otro lado, sobre todo Instagram, ha amplificado de una manera extrema el hedonismo, que se ha convertido para algunos en una verdadera patología”, dice Massimiliano Riverso, director ejecutivo de la agencia de marketing digital Tetogo.
Además está el FOMO (Fear of missing out , por sus siglas en inglés) y que se puede traducir por el miedo a perderse algo, y que nos impulsa a estar permanentemente conectados. Y es que sin duda, “están diseñadas para que nos pasemos el máximo tiempo posible, pero sucede lo mismo con los supermercados. Al final no dejan de ser un producto de consumo más”, dice Carbonell.
Pero es que, además, “nos permiten disfrutar de la vida de los demás, y como sólo publicamos cosas buenas, se puede terminar con la sensación de que los otros tienen una vida mejor que la nuestra”, dice Oberst.
Pero al final, “en una red social a cada acción hay una reacción, y si no es un like será un share o un comentario, pero siempre habrá una métrica de la vanidad o de lo contrario dejaría de ser una red social”, opina Óscar Fuente, fundador de la IEBS Business School.
En abril, Instagram dejó de mostrar los me gusta a los usuarios de Canadá, y en julio extendió este cambio a Japón, Italia, Irlanda, Brasil, Australia y Nueva Zelanda
En abril, Instagram dejó de mostrar los me gusta a los usuarios de Canadá, y en julio extendió este cambio a Japón, Italia, Irlanda, Brasil, Australia y Nueva Zelanda
“Nos hemos creado una vida ficticia en las redes sociales. Hacemos like a personas que no conocemos y que tienen éxito, pero un éxito definido por las propias redes, los influencers y las marcas”, añade Gemma Vallet.
Por su parte Riverso cree que “los problemas de autoestima permanecerán porque los jóvenes siguen modelos de personas construidos por expertos en marketing, que trabajan a diario para mostrar la vida perfecta de influencers y celebridades. Una vida que no existe, por lo que Instagram termina siendo una distorsión de la realidad”.
Fuente: La Vanguardia