Si bien la canción de Roberto Carlos nos cuenta que quiere tener “un millón de amigos”, existe una teoría muy reconocida en la que un antropólogo británico especializado en comportamiento animal explica que sólo podemos mantener 150 amistades o “conexiones” a la vez.
Robin Dunbar, sostiene desde 1993 que el “número mágico” es 150, basándose en que había una relación entre el tamaño del cerebro y el tamaño del grupo a través de sus estudios de monos. Esta proporción se trazó utilizando neuroimágenes y observación del tiempo dedicado al aseo, un comportamiento social importante de los primates. Dunbar concluyó que el tamaño, en relación con el cuerpo, del neocórtex, la parte del cerebro asociada con la cognición y el lenguaje, está relacionado con el tamaño de un grupo social cohesionado. Así, esta proporción limita la complejidad que puede manejar un sistema social.
El antropólogo y profesor en la Universidad de Oxford define las relaciones significativas como aquellas personas que conoces lo suficientemente bien como para saludar sin sentirte incómodo si te las encuentras en una sala de espera del aeropuerto. Ese número suele oscilar entre 100 y 250, con un promedio de alrededor de 150, sostuvo.
“Al nacer, comienza en uno o dos. Las amistades alcanzan su punto máximo a finales de la adolescencia y principios de los 20. A los 30 años, la gente tiende a tener alrededor de 150 conexiones, y ese número permanece plano hasta que las personas llegan a finales de los 60 y principios de los 70, cuando su número de conexiones, comienza a caer en picado. Si vives lo suficiente, vuelve a ser uno o dos”, afirmó Dunbar.
En su libro “¿Cuántos amigos necesita una persona?”, Dunbar señaló ejemplos históricos y actuales para respaldar su investigación. Alrededor del 6000 a. C., el tamaño de las aldeas neolíticas de Oriente Medio era de 120 a 150 personas, a juzgar por el número de viviendas. En 1086, el tamaño medio de la mayoría de las aldeas inglesas registradas en el Domesday Book era de 160 personas. En los ejércitos modernos, las unidades de combate contienen un promedio de 130 a 150 personas, dijo.
Según la teoría de Dunbar, esbozada en 1993 y muchos investigadores en los que influyó, esta regla de 150 sigue siendo válida para las primeras sociedades de cazadores-recolectores, así como para una sorprendente variedad de agrupaciones modernas: oficinas, comunas, fábricas, campamentos residenciales, organizaciones militares, pueblos ingleses del siglo XI.
En su teoría, el círculo más estrecho de una persona tiene solo cinco miembros: sus seres queridos. A esto le siguen capas sucesivas de 15 (buenos amigos), 50 (amigos), 150 (contactos significativos), 500 (conocidos) y 1500 (personas que puede reconocer). La gente entra y sale de estas capas, pero la idea es que hay que hacer espacio para los nuevos participantes. Dunbar no está seguro de por qué estas capas de números son múltiplos de cinco, pero dice, “este número cinco parece ser fundamental para los monos y los simios en general”.
Por supuesto, todos estos números realmente representan el rango. Los extrovertidos tienden a tener una red más grande y se extienden más entre sus amigos, mientras que los introvertidos se concentran en un grupo más pequeño de contactos “gruesos”. Y las mujeres generalmente tienen un poco más de contactos dentro de las capas más cercanas.
“Lo que determina estas capas en la vida real, en el mundo cara a cara... es la frecuencia con la que ves a la gente. Tienes que tomar una decisión todos los días sobre cómo invertir el tiempo que tienes disponible para la interacción social, y eso es limitado”, precisó el atropólogo que es tenido en cuenta por varias organizaciones: la autoridad fiscal sueca, por ejemplo, ha reestructurado sus oficinas para mantenerse dentro del umbral de 150 personas, quienes se quejaron al ser comparados con monos.
La teoría de Dunbar fue cuestionada recientemente por investigadores de la Universidad de Estocolmo que publicaron un artículo la semana pasada cuestionando ese número, y encontraron que las personas podrían tener muchos más amigos si se esforzaran. “Podemos aprender miles de dígitos de pi, y si nos relacionamos con muchas personas, mejoraremos nuestras relaciones con muchas personas”, afirmó el doctor Johan Lind, autor del estudio y profesor asociado en la Universidad de Estocolmo. El artículo fue publicado en la revista Biology Letters.
Y agregó: “Se observa fácilmente que los cerebros humanos funcionan de manera diferente a los de otros primates como lo demuestra la existencia de una evolución cultural acumulativa que resulta en maravillas como las sinfonías y la ciencia. La suposición de Dunbar de que la evolución de la fisiología del cerebro humano se corresponde con un límite en nuestra capacidad para mantener relaciones ignora los mecanismos culturales, prácticas y estructuras sociales que los humanos desarrollan para contrarrestar posibles deficiencias”.
“La investigación ecológica sobre la sociabilidad de los primates, la singularidad del pensamiento humano y las observaciones empíricas indican que no existe un límite cognitivo estricto en la sociabilidad humana. Nuestro nuevo análisis proporciona la última prueba necesaria para ignorar el número de Dunbar. En resumen, la extrapolación de los límites cognitivos humanos a partir de regresiones sobre datos de primates no humanos tiene un valor limitado por razones tanto teóricas como empíricas. Tenemos la esperanza, aunque quizás inútil, de que este estudio ponga fin al uso del “número de Dunbar” en la ciencia y en los medios de comunicación populares. El ‘número de Dunbar’ es un concepto con una base teórica limitada que carece de apoyo empírico”, concluyó.
Frente a esto, Dunbar defendió su investigación. El nuevo análisis, dijo, “es loco, absolutamente loco”, y agregó que los investigadores de la Universidad de Estocolmo realizaron un análisis estadístico defectuoso y malinterpretaron tanto los matices de sus análisis como las conexiones humanas. “Me maravilla su aparente falta de comprensión de las relaciones”, increpó.
La teoría del número de Dunbar sostiene que realmente solo podemos mantener unas 150 conexiones a la vez. Pero, ¿es cierta la regla en el mundo actual de las redes sociales? Dunbar sostuvo que su teoría sigue siendo viable, incluso en el mundo hiperconectado de hoy, ya que la calidad de las conexiones en las redes sociales suele ser baja. “Estas no son relaciones personalizadas”, dijo.
¿Qué significará la pandemia para reconstruir conexiones significativas, ya sea en el trabajo o en nuestra vida social? Probablemente sea demasiado pronto para decirlo, pero Dunbar predijo que los mayores efectos en las redes serían sobre las personas mayores. “Sus círculos de amistades ya estaban disminuyendo y esto los empujará aún más hacia abajo”, concluyó.