Esta vez la necesidad de volver a mi trabajo, de sentir que, además de respirar cada día, debo llenar mi alma con acción y pasión, que me haga sentir más vivo que nunca.
Siento las fuerzas de un volcán desactivado por unos días y con un corazón de fuego desesperado por alumbrar....pero sin dañar.
Soy consciente que, mi mayor desafío será dominar esa adrenalina interna que tanto me motiva, sabiendo que la fortaleza de la naturaleza extrema, también oculta puntos muy débiles, capaces de perjudicar la propia salud recuperada.
Tengo tanto para agradecer que se me irían las horas enumerando todo lo bueno de estos 14 días.
Solo quiero que sepan que, una vez más, sentí a todo mi Pueblo mucho más cerca que nunca y ése fue el principal bálsamo que calmó mi espíritu, más allá de la ciencia sagrada, capaz de aliviar mis momentos y dolores más profundos.
Hoy no tiene precio la Saldud Pública, ni la Provincial, ni la Municipal, ni la Privada, ni la de la contención familiar que te brinda ese amor que alivia y protege como nada en el mundo, ni la de tantos amigos que te contienen, esos que te miman y sentis que realmente te extrañan, la de los medios que te ayudan a comunicarte permanentemente con tu gente, las innumerables personas anónimas que te acarician sin conocerte y los muchos que te aprecian, más allá de las diferencias.
Valorar tanto a esos Seres maravillosos que rezan y elevan su corazón por encima de la faz de la tierra, para pernitirse alcanzar lugares de privilego y de mucha paz, en donde depositar allí sus mensajes y sus plegarias, evitando que nada ni nadie los contamine.
Tambien debo ser justo con aquellos que, en estos días fueron indispensables para salir adelante con la salud de mi cuerpo: a mi Médico de Cabecera Pemo Trofino, hombre de perfil muy bajo pero meticuloso, celoso, profesionalmente impecable y estudioso a la hora de atender a sus Pacientes; a Martin Loiza un Ajedrecista de la Medicina, que te da seguridad cada vez que mueve las piezas más sagradas de tu tablero y a Alejandro Armendariz, Médico y Político que me acompaña generosamente en esta etapa de mi vida, sin exigirme nada a cambio.
No puedo decir más porque se me quiebran las palabras que estoy intentando transmitirles, ante semejante generosidad extrema éste Saladillo que tanto amo.
Siempre la vida me ha dado mucho más de lo que esperaba de ella, no para de enseñarme a sentirla intensamente cada día y es incapaz de abandonarme a la deriva.
Si todo eso aún no fuera lo suficiente, hoy me premia, regalándome el privilegio de haber llegado, un día antes vacunado, cuando la incertidumbre de la pandemia invadió y vulneró mi cuerpo, sin permiso alguno.
"GRACIASSSS DIOS"
Fuerte abrazo Saladillenses.