Fragmentos del articulo publicado hoy que se repica en muchas ciudades de la provincia-
En la Ciudad, los vecinos se muestran desamparados ante el embate de la delincuencia. No importa el barrio ni la hora. El solo hecho de tener que salir a la calle siempre implica un riesgo desmedido.
Situaciones de la vida cotidiana como pasear un perro, tener que sacar el auto del garaje, ir de compras y, hasta baldear la vereda, pueden servir de “pista de aterrizaje” para aquellos que hacen del hampa un estilo de vida. Y muy redituable por cierto.
Se sabe que el constante reclamo de una mayor presencia policial, desnuda una realidad compleja, de muy difícil abordaje, sobre todo para la Policía, que parece no poder brindarle a la gente las respuestas que necesita.
La Plata tiene un vasto territorio, con una superficie rural que complejiza cualquier programa de seguridad.
“El sistema de cuadrículas hace agua y los chorros lo saben”. Esta descripción, terrible, es una de las más escuchadas en cada reunión vecinal y marca cómo los ladrones se mueven a espaldas de los patrullajes.
“Tienen todo medido. Los horarios en que pasan los móviles, los lugares. Absolutamente todo. No dejan nada librado al azar. Y por eso casi siempre escapan”, se quejan en esos encuentros.
Por ejemplo, los motochorros, por la particularidad de su accionar, son difíciles de combatir.
A diferencia de cualquier vehículo pesado, pueden acelerar a fondo en pocos metros, virar el sentido de fuga en segundos, subirse a la vereda y hasta circular en contramano.
Hablan de robos de motos y también de las tapas de metales de los desagües, lo que constituye un peligro de potenciales accidentes.
EN POBLADO Y EN BANDA
Claro que la de los motochorros no es la única modalidad delictiva que atraviesa a la Ciudad, ya que existen otras bandas más pesadas, que se dedican a las entraderas, entre otros hechos graves.
Se trata de grupos numerosos y muy violentos, que no dudan en poner de manifiesto sus despiadados métodos con tal de cumplir el objetivo deseado.
Golpes, amenazas, simulacros de fusilamiento y hasta torturas, están siempre dentro del menú que “ofrecen” a sus víctimas. Y también pueden recurrir al uso de las armas.
No hace mucho tiempo atrás, cuando se hablaba de grupos numerosos de delincuentes, era para graficar ataques a bancos, empresas, comercios de envergadura o predios rurales, que incluían logística, armamento sofisticado e información confidencial.
En cambio, ahora parece que esta expresión delictual aplica además para las casas de familia, situación que genera mucho nerviosismo entre los platenses.